icono FB icono YT   buscar...

EL BÓLIDO

Mes de publicación

Diciembre 1990

Cedente

Agustín Cifuentes
  • EL BÓLIDO
  • Alejandro Tomás Ibáñez (ATOMI)
  • Cuando yo era una mocica,
    en nuestro pueblo no había
    pa poder comprar helao,
    ni puestos, ni heladerías.

    Un vendedor ambulante,
    desde el día e LA ASCENSIÓN,
    con su vasera y garrafa,
    recorría la población,
    pregonando en las esquinas,
    a veces: -¡Limón helao!...
    Y otras, cambiando el pregón,
    voceaba, en otro tono:
    -¡Hoy hay rico mantecao,
    y le doy, al que me lo compre,
    un barquillo regalao!...

    El que vendía el helao
    con tan singular pergeño,
    era un hombre, llamao EL BÓLIDO, simpático malagueño,

    hombre humilde, emprendedor,
    con toa esa simpatía
    que, generalmente, tienen
    tos los de la Andalucía.

    Apareció en Hellín,
    de una manera casual,
    y como, pa hacer su vida,
    le gustó nuestra ciudad,
    deseguía caviló,
    que quehacer podía emprender
    que le diera lo preciso
    pa poderse mantener
    y, al enterarse que aquí,
    aquel entonces no había
    naide que se dedicara
    a explotar la heladería,
    vio que en esto había un filón
    que se podía explotar,
    y que, con poco dinero,
    era fácil de montar.

    Adquirió un par de garrafas,
    y se hizo una vasera,

    con una serie de vasos,
    cuya capacidad, era
    la que señalaba el precio
    que se habría de percibir
    por el helao que, en cá uno,
    se nos pudiera servir.

    El fondo de la vasera
    de referencia, llevaba
    una “zafa” e porcelana,
    tuica llena de agua,
    que servía pa dejar
    enseguidica, fregaos
    los vasos que en cá servicio,
    se habían utilizao.

    Y como el agua e la “zafa”,
    no la solía cambiar
    disquia que EL BÓLIDO se iba
    a su casa, a descansar,
    después de varios servicios,
    en la “zafa” resultaba
    que el agua que contenía
    estaba llena de babas
    y de restos del helao,
    por lo que, entonces, los vasos
    se quedaban mal fregaos.

    No obstante, como no había
    otro medio habilitao,
    tuico aquel que le gustaba
    el degustar el helao,
    a lo que vendía EL BÓLIDO
    se tenía que agarrar,
    y lo tomaba con gusto
    sin pararse a reparar
    que el helao que le servían,
    babas podía llevar.


    Como EL BÓLIDO era activo,
    algo tuvo que inventar
    pa ganar lo necesario
    durante el tiempo invernal,
    en que, vender el helao
    resultaba inconveniente
    y estableció la costumbre
    de vender café caliente.

    Con la ya dicha vasera,
    y, en lugar de la garrafa,
    una enorme cafetera,
    a la hora de cenar,
    EL BÓLIDO, toas las noches,
    recorría la ciudad,
    parándose en cada esquina
    sin dejar de vocear:
    -¡Al rico café caliente!
    Y al reclamo iba acudiendo,
    a comprarle, mucha gente,
    pus, el café que servía,
    era “güeno” de verdad
    y por una taza llena
    cobraba, tan solo un “rial”.

    El primer cuafrto de siglo
    EL BÓLIDO fue de verdad,
    un típico personaje
    que animó nuestra ciudad.

    Presente los días de fiesta,
    de manera permanente,
    en las calles y paseos
    donde sabía que había gente
    y donde había chiquillos,
    pus, EL BÓLIDO sabía,
    que sus mejores clientes,
    eran la chiquillería.


    Con sus trabajos constantes
    y de forma permanente,
    EL BÓLIDO, consiguió
    un vivir tranquilamente.

    Pero ya en los años veinte,
    su negocio decaería
    por haberse establecío
    una nueva heladería,
    que le hizo competencia
    con grandísima ventaja,
    pus la gente prefería
    un helao duro y en rajas
    que, entre dos grandes obleas
    con gran esmero vendían,
    dándole el nombre de CAMBI,
    en la nueva heladería,
    al que EL BÓLIDO llevaba
    y que servía a la gente,
    en vaso lleno de babas.


    De aquel simpático BOLIDO,
    no se cual sería el fin,
    al decaer su negocio,
    desapareció de Hellín,
    sin que naide, en nuestro pueblo,
    lograra saber después,
    a donde se fue a parar
    ni qué había sio de él.

    Al “rico limón helao”,
    lo desterró el “helao sólido”,
    mas los que en aquellos días,
    éramos chiquillería
    aún recordamos al BÓLIDO,
    con su pregón depurao
    ofreciendo “El mantecao,
    con barquillo regalao”

BIGtheme.net Joomla 3.3 Templates